18 noviembre 2008

Morelliana (I)

Hay días en los que parece que acabo de trasladarme, aunque ya hayan pasado un par de meses de días largos y fríos desde que estoy aquí, desde que miro por las mismas ventanas hacia una ciudad que no es, de momento, muy mía. Poco o mucho podría decir sobre lo que me rodea: conozco las paredes de mi casa, también el barrio y la (mi) ciudad, y sus rincones, pero, sobre todo, puedo decir que conozco al vecino del primer piso y que, si no es así, dejo que mi imaginación lo invente a su antojo.
El primer día la Piazza del Carmine me pareció triste. Ascendí por las escaleras descuidadas del palazzo en el que íba a vivir contenta, a la par que intrigada. Me fuí fijando en cada uno de los campanelli, donde figuran los nombres de los propietarios. La mayoría de esos nombres me parecieron extraños, desconocidos, o italianos, sin más, pero hubo uno que me hizo sonreír: Morelli.
Morelli dejó París por Firenze, estoy convencida. Lo describo como un anciano, pues así lo imagino desde el ventanal de mi cocina. Con la distancia que impone, severo, el patio interior del edificio, me es muy difícil ver con exactitud al sr. Morelli. De momento sólo puedo decir que el vecino escribe mecánicamente: por la mañana, con una taza de café al lado derecho de su Olivetti (no alcanzo a distinguir el modelo desde mi ventana), el cenicero a la izquierda (debe ser zurdo), a mediodía, después de comer, al atardecer, por la noche (cuando cambia café por vino, Olivetti por ordenador portátil).

2 comentarios:

Unknown dijo...

Genial! Me ha encantado!

Anna A. dijo...

Al otro lado del frio patio, el sr. Morelli lanza a hurtadillas alguna mirada a esa nueva huésped que pasa largas horas sentada en la cocina, con la cabeza gacha, como si leyera o escribiera (todavía no lo sabe muy bien). Le crea curiosidad, pero no quiere parecer indiscreto.

Algún día, si se cruzan en alguno de los pasillos que rodean el claustro, tal vez le salude a media voz, pero estudiando esos ojos que ahora, desde lejos, siguen fijos en un punto fijo a medio metro del suelo.