03 abril 2008

'Australia. Un viaje'


















En Barcelona la tensión me hizo mantenerme firme, en Mataró ha podido conmigo y he llorado.



Prometí una crónica/crítica/opinión sobre él, pero no puedo escribirla. Y no puedo porque veo cómo el escritor ha crecido desde que, hace ya demasiados años, cuando sólo era mi hermano, decía que él iría a Australia, desde que, aquel verano, finalmente se fue y desde que empezó a escribir este libro. Y no sólo es eso, no, no puedo escribir sobre ello porque yo también he crecido con el fantasma australiano acechándome, porque me he hecho mayor mientras él reescribía y corregía sin cesar desde Argentina, Chile, Chigado o China, sintiéndolo lejos, a la vez que me escribía emails, aproximaciones virtuales que cambiaron nuestra relación de hermano mayor-hermana pequeña, para convertirnos en confidentes, en amigos.


En las páginas de Australia. Un viaje hay vibraciones, sentimientos errantes, en constante movimiento. Además, es inevitable no desear formar parte de ese movimiento que es el libro mismo, ese libro que es un viaje, que fue un viaje que devino libro porque así había sido soñado por el autor. Es posible entrar en ese devenir que no cesa a través del juego lingüístico que brinda el uso de la segunda persona, aunque extraña al principio, muytentadora después. En mi caso, demasiado tentadora: desde las primeras páginas me sumergí en él y sólo reaccioné al verme llorando la desgracia de Matilde en el autobús 41, camino de la facultad, una mañana fría y de lluvia. Sí, he dicho que no podía escribir sobre ello, y no puedo, deben creerlo, me he vuelto a sorprender llorando.




Gracias J.