05 septiembre 2008

crónicas berlinesas a destiempo (II)

Transcribo:

9 de agosto '08
Kreuzberg, Berlín
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*Son las siete de la mañana. Escribo desde la terraza de mi apartamento, mientras tomo café, antes de irme a la cama.
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Ver amanecer paseando por la isla de los museos es fantástico, sobre todo después de haber pasado horas y horas charlando en un 'bar de playa', como dicen aquí, artificial, dentro de una casa ocupa que dejará de serlo pronto, con gente que hace escaso tiempo que conoces, gente que, aparentemente, es tan diferente a ti, aunque en el fondo no lo sea tanto.
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La noche empezó por la tarde, cuando te fuiste con J., un amigo madrileño con el que compartes las clases de alemán y, aunque aún no lo sepas, compartirás algo más,y comprastéis cervezas en un turco que hay cerca de su casa, y subistéis a su apartamento, donde A., su amigo de la facultad y compañero de viaje había preparado un couscous con verduras delicioso, y lo que debía ser una cena más o menos rápida se convirtió en una velada encantadora cuando apareción J.A. y M. con más cervezas, y nos demoramos más de la cuenta debatiendo sobre asuntos que podían esperar.
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En la calle hacía frío, y decidiste pasar por casa (aunque se te haga muy extraño, es tu casa) a cambiarte, antes de ir hacia el café Zapata, donde hace ya un par de horas debiáis haberos reunido con otros compañeros del curso. Y una vez allí seguís tomando cerveza, y charlando, mientras subís por las escaleras grafiteadas de la antigua fábrica y visitáis cada uno de los espacios abiertos a esas horas, donde artistas berlineses trabajan en su obra, exponen y venden, o mientras las bajáis bailando, porque a L. le chifla la canción que suena desde la terraza, y te coge y arrastra con ella, descalzas, a bailar sobre la arena (artificial) de ese bar de playa custodiado por palmeras exiliadas, hasta que empieza a ser claro y os dáis cuenta de que son casi las seis de la mañana.
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Entonces, sales del lugar y te hallas a ti misma mirando al cielo, mientras tus compañeros esperan impacientes una ración de nuddels en el quiosco. Empezáis a caminar y la vuelta a casa se te hace eterna, hasta que, girando a la derecha por una calle que hasta entonces no conocías, te encuentras de frente con el río y caminas hacia el amanecer, que parece esconderse tras el BodeMuseum.

3 comentarios:

Unknown dijo...

nena, ahora puedes visitarme, leerme y odiarme, besitos

http://dorindainlove.tumblr.com/

Unknown dijo...

por cierto, cómo te fue el examen?

Sergi Sánchez dijo...

este genial que tomes café antes de irte a dormir =D