21 diciembre 2007

sin más




Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!»
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!»
Ahora sé que la nada lo era todo.
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
De "Cuaderno de Nueva York" 1998

1 comentario:

Anna A. dijo...

¿Seguro? Nunca nada es para nada, aunque todo signifique nada.

Vigila con el lenguaje, que nos lleva allí donde todo y nada dejan de ser nada y todo.

Y basta de juegos, que no hay ganas para ello. Ahora viene lo siguiente, que es justo lo que sigue a lo anterior, dejando atrás... dejando atrás. Y luego plantarse, sin echar raíces, que el desarraigo duele por sí solo.

Besos.